Jesús experimentó la amistad
Es verdad que Jesús ama a
todos por igual, sin condicionamientos sociales, económicos o nacionales.
Incluso ama a sus enemigos. Y los ama hasta la muerte.
Y su amor por todos los
hombres no es un amor de sentimiento pasajero ni de expresiones exteriores
tiernas y afectadas. Su amor es de caridad, que encierra estas características
ricas y valiosas:
Se dirige hacia los demás con
un corazón abierto, sin aislarse o evadir el trato; va al encuentro de todos
los que ama (cf Mt 11, 28).
Cura, consuela, perdona, da de comer, procura hacer descansar a sus íntimos.
Se compadece de quien está necesitado (cf Mt 9, 36).
No discute con sus amigos; los corrige, pero no choca con disputas hirientes (cf Mt 20, 20-28).
Se alegra con ellos en sus momentos felices (cf Lc 10, 21).
Rechaza sus intenciones desviadas (cf Mt 16, 23).
No desea nada de los hombres; no busca dar para recibir. Y cuando una vez busca consuelo en la agonía, no lo encuentra (cf Mt 26, 40).
Se siente incomprendido por ellos, pero era parte de su cruz, pues aún no había venido el Espíritu Santo que les hiciera comprender todo (cf Jn 12, 24).
Los ama sobrenaturalmente, no por sus cualidades humanas (cf Jn 13, 14).
Pero también mantiene una distancia entre sus amigos y Él, pues su mundo está mucho más allá del de ellos (cf Jn 2, 25).
Cura, consuela, perdona, da de comer, procura hacer descansar a sus íntimos.
Se compadece de quien está necesitado (cf Mt 9, 36).
No discute con sus amigos; los corrige, pero no choca con disputas hirientes (cf Mt 20, 20-28).
Se alegra con ellos en sus momentos felices (cf Lc 10, 21).
Rechaza sus intenciones desviadas (cf Mt 16, 23).
No desea nada de los hombres; no busca dar para recibir. Y cuando una vez busca consuelo en la agonía, no lo encuentra (cf Mt 26, 40).
Se siente incomprendido por ellos, pero era parte de su cruz, pues aún no había venido el Espíritu Santo que les hiciera comprender todo (cf Jn 12, 24).
Los ama sobrenaturalmente, no por sus cualidades humanas (cf Jn 13, 14).
Pero también mantiene una distancia entre sus amigos y Él, pues su mundo está mucho más allá del de ellos (cf Jn 2, 25).
¿Ha habido hombre alguno en la
tierra que haya amado a los hombres como Jesús?
Es verdad esto que acabamos de
decir: Jesús ama a todos los hombres, y los considera como amigos. Pero también
es verdad que tuvo amigos especiales. Abramos el Evangelio.
Jesucristo nos contesta en el
Evangelio: "Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que os mando" (Jn
15, 14). Y lo que nos ha mandado Jesús es amarnos unos a otros, como Él nos ha
amado. Él nos ha mandado rezar y vigilar. Él nos ha mandado ser mansos y
humildes de corazón. Él nos ha mandado ser santos como su Padre celestial es
santo. Él nos ha mandado cargar con su yugo. Y así podríamos seguir con todo el
Evangelio. Ahí tenemos lo que Jesús nos ha mandado. Si lo cumplimos, seremos
sus amigos.
Por tanto, para ser amigos de
Jesús no es suficiente un amor de sentimientos, de emociones. Hay que amar a
Jesús con un amor de entrega, de sacrificio, de fidelidad. Con un amor hecho
obras. Obras son amores y no buenas razones.
Jesús no quiere amigos de
conveniencia, que sólo están con Él hasta el partir el pan, pero que le dejan
solo y huyen cuando se aproxima la sombra de la cruz. Jesús no quiere amigos
que se aprovechen de Él para conseguir los mejores puestos en el cielo.
AVISOS: Próximo sábado evitar faltar a la reunión ,ya que se hablara sobre la Semana Santa... :)
No hay comentarios:
Publicar un comentario